– Vamos Rulo una vez más, ríen las meneonas animantes.
Sí, cuando Rulo hace los ejercicios matinales las meneonas siempre le acompañan. Les encanta entrenar con Rulo, y a Rulo
le encanta la alegre compañía.
No, las Örnettes no son un fenómeno de la canción, pero este trío es feliz y adora estar en el escenario.
– Sí, quién lo hubiese dicho al principio, pero date prisa antes de que se derrita del todo.
– Está bien papá, pero entonces no tendremos que apurarnos más por hoy, ¿verdad?
– No, no más prisas para el resto del verano.
- No, la próxima vez que juguemos me esconderé tan mal que será muy fácil encontrarme, porque después de un rato a empezado a oscurecer y a hacer frío bajo el abeto, y ya me empezaba a preocupar… pero justo entonces me habéis encontrado.
- Sí, y no sólo a ti, también hemos encontrado una cosa muy bonita para regalarte… Mira, ¡es una piedra mágica!
- ¡Y aquí está la piña del deseo!
- Y mira este palo, parece una varita mágica que abracadabra y ¡te hace feliz de inmediato!
- Pero si ya lo estoy. Me he puesto así en cuanto he oído vuestras voces acercándose al abeto. Entonces he sabido que no habíais dejado de buscarme y la alegría me ha inundado.
Todo el mundo quiere experimentar este brillante milagro, pero casi todos los que entran en ese lugar tienen que volver sobre sus pasos porque la belleza de las flores es tan cegadora que no se pueden ver acercar.
Unos de los que sin dificultad podrán ver a través de tanto brillo y belleza (unos a los que las flores están esperando) son las damitas aladas. Damitas que fielmente y con entusiasmo, cada primavera ayudan a esparcir semillas de flores sobre el mar y la tierra.
Durante tres días y tres noches dan lo mejor de sí mismos para llegar a hacer todo lo posible antes de que el brillo desaparezca y las Flores se cierren para siempre.
Y si estás despierto después de la puesta del sol puedes ver sus troncos dorados brillando hacia delante y detrás en la oscuridad; es igual que en un cuento de hadas...
Desde la primavera las laboriosas clorofilas han trabajado duro para mantener verdes las hojas de los árboles. Ahora están tan cansadas que solo esperan que el otoño diga “Buenas noches“ y llegue el invierno para acostarlas bajo de su manta blanca y cálida.
En el último globo va André a bordo. Ambos harán un viaje hacia el otro lado del océano para descubrir si allí viven otros a quienes les gusten los globos tanto como a nosotros. Con un casco de gusano firmemente amarrado y el flotador salvavidas en su lugar, el viaje será seguro.
- ¡Agárrate fuerte André, primero te empujaré yo hasta que cojas velocidad! Vuelve pronto y cuenta todo lo que has visto.
- Sí, esto va a ser emocionante, dice André mientra mira hacia el horizonte. Tal vez la gente que vive en el otro lado del mar nunca ha visto globos antes, pero juegan con otra cosa divertida que nosotros no conocemos. ¡Entonces podremos intercambiar estas cosas entre nosotros! Así es como se hacen buenos amigos y se aprenden nuevos juegos.
- Y luego podremos invitar a nuestros nuevos amigos para que vengan aquí a jugar y a hacer alboroto. Pero antes de eso vamos a hinchar el globo más grande del mundo para que podamos hacer este viaje explorador juntos (siempre es más divertido si somos dos).
Cuando la fiesta acaba se está tan lleno y tan cansado que lo único que apetece es un abrazo sereno en el que descansar mientras se vuelve a casa; y lo encuentras siempre.